Contaba la revolución por dos
y los cuerpos sin ropa por uno,
dividía sus desnudos en
una única forma de expresión
la sonrisa de mi cara.
Rodeaba miles de flores
con su cabeza loca
de atarla a cualquier
parte de su cuerpo.
Y me deprimía
sólo diciendo que teníamos
una única vida
para poder compartirla.
Quien fuera gato
rodeado de flores.
Anoche soñé
que soñábamos juntos
estando despiertos,
con una flor de la calle
en la mano
y un poema escrito
a lápiz en la otra.
Sé que si decide dejarme
algún mensaje en la espalda
firmado por sus besos,
yo prometo dejarle
un mensaje de amor
entre comillas,
un mensaje de amor,
entre tus piernas.
No me interesaba
bajarle el sol o la luna
como regalo de cualquier
desconocido básico,
prefiero regalarme
un libro sin imágenes
imaginando el día
en el que no me lo devuelve.
Revolucionaba la televisión
porque la veía en el suelo
y no el sofá,
porque dejaba las cosas importantes,
para los lugares importantes.
Odiaba eso de
«Me gusta perderme
en tus curvas».
Ella no era ninguna
carretera por la que pasaban
continuamente los coches.
Lo que le gustaba,
era sentirse un piano
bien tocado por los dedos
perfectos del pianista
peor pagado de la ciudad.
Mataba
con sólo morder
por encima del hombro.
Y era un continuo
«No quiero poner
la cara B de este vinilo».
Quiero seguir escuchando
la cara A contigo.
Ella.
Ella mataba
con sólo morder
por encima del hombro
bajo los cimientos
de la cama
que un día,
la vio ser noche.